jueves, 10 de noviembre de 2011

Diario de Emma

Querido Diario,
Todo comenzó en la penumbra de aquella noche con los gritos de mi padre que parecían venir del rebaño. Corrí hacia ellos en la oscuridad guiándome con el sonido de sus alaridos, llegue a la puerta semi abierta y la empuje con toda mi fuerza. Y allí lo vi, estaba tirado en el piso dando vueltas como un bebe su pierna tenía un físico distinto empapada de sangre que se deslizaba por el pantalón. Lo ayude a pararse y lo asiste caminando hacia la casa. Sus lágrimas se resbalaban por sus mejillas, me acuerdo diciéndole que todo iba a estar bien y que ya venía un doctor en camino.
Esperando en el portón de la casa una sombra en la distancia apareció en la cima de la colina. Se dirigió a la casa a todo guiñote, entre a la casa a darle la noticia a mi padre que seguía sufriendo de dolores fuertes. De repente el hombre entro por la puerta y se hinco al lado de padre la introducción fue breve, su nombre es Carlos en el momento tuvimos un intercambio de miradas hasta que realizo que tenía que ayudar a mi padre. De enseguida  empezó a arreglar sus instrumentos médicos, por un momento me sentí nerviosa pero mientras me perdía en su mirada me asegure que todo iba a resultar bien y así fue. Me aparte y deje que trabajara en paz me eche a un lado mientras lo veía había algo de él que me atraía había algo sobre su mirada. Después de que termino la cita médica me acerque y comencé hablar con él lo acompañe a la puerta y nos quedamos un rato hablando los minutos pasaban volando estuvimos hablando por como dos horas y después se montó sobre su caballo y se retiró por la colina hasta perderse en la oscuridad.
Al día siguiente mientras estaba en la cocina escuche a mi papa hablando con alguien, por curiosidad me asome a ver quién estaba visitando a estas horas de la mañana. En mi sor prendimiento era Carlos. ¿Qué hacía en mi casa? ¿Vino a ver a mi padre o es que me vino a ver a mí? Cuando me vio se le vino una sonrisa a su cara y se me acerco a saludarme me agarro la mano y me dio un beso sobre ella. Y así fue por varios días, nos quedábamos horas bajo las estrellas hablando sobre nuestras vidas. Que lastima que Carlos estaba casado, me gusta pensar que hubiese sido de nosotros si nos hubiésemos casados. Sería igual que en los libros nuestro amor fuese como ningún otro pudiéramos tener aventuras apasionadas y eróticas. Pero por ahora no será así.